«y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez, estaba el Cristo de palo pegado a la pared.»
Rubén Blades es un poeta. Muchas de sus canciones plasman vivencias y reflexiones sobre la vida cotidiana. Denuncia, muchas veces. La muerte ronda en esta canción El Padre Antonio y su monaguillo Andrés, que aparece en su disco Buscando América. Ronda la muerte, con una denuncia, con impotencia pero también con esperanza. Porque en latinoamérica matan a la gente pero no matan a la idea, dice una versión en concierto. Que suenen las campanas otra vez
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Rubén Blades – El padre Antonio y su monaguillo Andrés
El Padre Antonio Tejeira vino de España,
buscando nuevas promesas en esta tierra.
Llegó a la selva sin la esperanza de ser obispo
y entre el calor y en entre los mosquitos habló de Cristo.
El padre no funcionaba en el Vaticano
entre papeles y sueños de aire acondicionado;
y fue a un pueblito en medio de la nada a dar su sermón,
cada semana pa’ los que busquen la salvación.
El niño Andrés Eloy Pérez tiene diez años.
Estudia en la elementaria «Simón Bolivar».
Todavia no sabe decir el Credo correctamente;
le gusta el río, jugar al fútbol y estar ausente.
Le han dado el puesto en la iglesia de monaguillo
a ver si la conexión compone al chiquillo;
y su familia está muy orgullosa, porque a su vez, se cree
que con Dios conectando a uno, conecta a diez.
Suenan la campanas un, dos, tres,
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Suenan la campanas otra vez
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
El padre condena la violencia.
Sabe por experiencia que no es la solución.
Les habla de amor y de justicia,
de Dios va la noticia vibrando en su sermón.
Suenan la campanas un, dos, tres,
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Suenan la campanas otra vez
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Al padre lo halló la guerra un domingo de misa,
dando la comunión en mangas de camisa.
En medio del padre nuestro entró el matador
y sin confesar su culpa le disparó.
Antonio cayó, ostia en mano y sin saber por qué
Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé;
y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez
estaba el Cristo de palo pegado a la pared.
Y nunca se supo el criminal quién fue
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Pero suenan las campanas otra vez
por el Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
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